domingo, 31 de octubre de 2010

Paseando por París II



Ahí está, en la esquina con la rue Saints-Péres, me espera, me ve, viene hacia mí.

-He tenido miedo. He creído que no vendría. Me he visto reflejado en un escaparate, he admirado mis mejillas bien lisas, y he tenido miedo.
-Lo siento mucho. Estaba esperando el resultado de la carrera nocturna de Vincennes y se me ha hecho tarde.
-¿Quién ha ganado?
-¿Apuesta usted?
-No.
-Ha ganado Beautiful Day.
-Por supuesto, debí haberlo imaginado –dice sonriendo y cogiéndome el brazo.
Hemos caminado en silencio hasta la rue Saint-Jacques. De vez en cuando, me miraba a hurtadillas, examinaba mi perfil, pero yo sé que en ese momento se estaba preguntando más bien si yo llevaba medias con ligero o sin él.
Paciencia, encanto, paciencia…

-La voy a llevar a un sitio que me gusta mucho.
Ya me imagino el estilo…con camareros relajados, pero obsequiosos que le sonríen con un aire cómplice:

“Buenas nochesss, señor… (así que ésta es la última… pues mira, a mí me gustaba más la morena de la última vez…)…Zalamerías aquí y allá (¿pero dónde encontrará todas estas pibas?)… ¿Me dejan sus abrigos? Muy bien”

Las encuentra en la calle, tarugo.
Pero para nada.
Me he dejado pasar primero, sujetándome la puerta de una pequeña tasca y un camarero desengañado sólo nos ha preguntado si fumábamos. Nada más.
Ha colgado muchos abrigos y en el perchero y por esa décima de segundo en al que no ha sabido qué hacer al ver la dulzura de mi escote, he sabido que no se arrepentía del pequeño corte que se había hecho debajo de la barbilla, antes, al afeitarse, cuando sus manos lo traicionaban.
Hemos bebido un vino extraordinario en grandes copas. Hemos comido unas cosas bastante delicadas, especialmente pensadas para no estropear el aroma de nuestros néctares.
Una botella de cóte de Nuits, Gevrey-Chambertín del 86. Un néctar de los dioses.

El hombre que está sentado frente a mí bebe guiñando los ojos.
Ahora lo conozco mejor.
Lleva un jersey de cuello vuelto gris de cachemira. Un viejo jersey. Tiene coderas y un pequeño enganchón cerca del puño derecho. Su regalo de cumpleaños cuando cumplió los veinte, tal vez… Su madre, turbada por su mueca de decepción, que le dice: “Ya verás cómo luego te alegras de tenerlo…”, y le da un beso acariciándole la espalda.
Una americana muy discreta que no parece más que una simple americana de tweed, pero yo con mis ojos de lince sé que es una chaqueta hecha a medida. En Old England las etiquetas son más anchas cuando la mercancía sale directamente de los talleres de las Capucines y he visto la etiqueta cuando se ha agachado para recoger su servilleta.
Esa servilleta que había tirado aposta para aclarar ese asunto del liguero, me imagino.

Me habla de muchas cosas pero nunca de él. Siempre le cuesta un poco seguir el hilo se su historia cuando me paso la mano por el cuello. Me dice: “¿Y usted?”, y yo tampoco le hablo nunca de mí.
Esperando el postre, mi pie toca su tobillo.
Coloca su mano sobre la mía y la quita de pronto porque llegan los sorbetes.
Dice algo pero sus palabras no hacen ruido y no oigo nada.
Estamos emocionados.

Horror. Su teléfono móvil acaba de sonar.

Todos los ojos del restaurante se posan fijamente sobre él, que lo apaga rápidamente. Acaba desde luego de estropear mucho vino muy bueno. Unos tragos que han pasado mal por gaznates irritados. Algunas personas se han atragantado de los cuchillos o sobre los pliegues de servilletas almidonadas.
Malditos chismes, siempre tiene que sonar alguno en cualquier parte, en cualquier momento.
Un patán.
Él esta confuso. De repente el jersey de su mamá le da un poco de calor.
Hace signos de cabeza a diestro y siniestro como para expresar su desconcierto. Me mira y se le han hundido ligeramente los hombros.

-Lo siento mucho…-Me vuelve a sonreír, pero parece ya menos belicoso.
Yo le digo:
-No tiene importancia. No estamos en el cine.Un día matare a alguien. A un hombre o a una mujer que haya contestado al teléfono en el cine en medio de la película. Y cuando lea este suceso, sabrá que he sido yo…
-Lo sabré.
-¿lee los sucesos?
-No. Pero voy a empezar a hacerlo puesto que tengo probabilidades de encontrarla a usted en ellos.


Continuará...
Autora: Anna Gavalda,
Libro: "Quisiera que alguien me esperara en algún lugar"

miércoles, 27 de octubre de 2010

La solución.


Lanzando al aire amores imposibles,
Amores no correspondidos que azotan corazones inocentes
Amores que saben que algún día la luz llegará,
Pero no sabe como calmar su dolor mientras tanto.

Lanzando al aire gritos mudos del dolor
Pues nadie lo escucha salvo los que saben de su condición.
Sólo el que siente verdaderamente amor,
Lo entiende, se acerca a entender ese misterio.

Mente abierta, psicología, libros, sabiduría, religión,
Todos tienen la solución.
Todos dan consejos, para que el implicado se sienta mejor.
Pero no hay consuelo…

Consuelo es seguir viviendo,
Consuelo es seguir escribiendo,
Consuelo es seguir trabajando,
Consuelo es seguir poetizando.

Pero nada, nada de nada, la solución,
La solución,
La solución,
Es estar a tu regazo.



José Antonio
Reflexión
Le dedico esta poesía a la gente enamorada que busca, busca en los mares de la vida el verdadero amor.
Le dedico esta poesía a mi mismo. Pues como muchos estamos en el camino.
Un fuerte beso a todos y a todas.

lunes, 25 de octubre de 2010

Paseando por París


Así pues, esta mañana me he cruzado con un hombre en el bulevar Saint-Germain.
Yo subía, y el bajaba. Estábamos en el lado de los pares, el más elegante.
Le he visto llegar desde lejos. No sé, tal vez sus andares, un poco indolentes, o los picos de su abrigo que ocupaban su propio espacio delante de él...Resumiendo, estaba a veinte metros de él y ya sabía que no se me iba a escapar.
No ha fallado, al llegar a mi altura, lo veo mirarme. Le dedico una sonrisa traviesa, en plan flecha de Cupido, pero más reservada.
Él también me sonrie.
Sigo caminando y sonriendo, ...(ella pensando en literatura)
Y mientras tanto, maravilla de las maravillas, sigo sintiendo la mirada de mi san Sebastían (eso va por lo de la flecha de antes, ¡eh!¡Hay que seguir el hilo!) a mi espalda. Me calienta deliciosamente los omóplatos, pero antes muerta que darme la vuelta, estropearía el poema...

-Perdone…
Me doy la vuelta. Anda, ¿pero quién está aquí?...
Mi capturita de antes.
Mejor decíroslo cuanto antes, a partir de ese momento, Baudelaire se va a la porra.
-Me preguntaba si aceptaría usted cenar conmigo esta noche…
En mi cabeza pienso: “qué romántico…”, pero contesto:
-Es un poco rápido, ¿no?

Y él me devuelve la pelota de esta manera, os lo juro:
-Se lo concedo, es rápido. Pero al verla alejarse, me he dicho: no puede ser, me cruzo con una mujer en la calle, le sonrío, ella me sonríe, nos rozamos y vamos a perdernos…No puede ser, de verdad, es demasiado absurdo.
-…
-¿qué opina? ¿le parece una tontería lo que le estoy diciendo?
-No, no, en absoluto.
Yo ya empezaba a sentirme un poco mal…
-¿Y bien?... ¿Qué me dice? ¿Aquí, esta noche, después, a las nueve, exactamente aquí?

A ver, hija mía, recupérate, si tienes que cenar con todos los hombres a los que sonríes, estas apañada…

-Déme una sola razón para aceptar su invitación.
-Una sola razón…Dios mío..qué difícil.

Lo miro divertida.
Y entonces, sin avisarme, me coge la mano.

-Me parece que he encontrado una razón más o menos buena…

Me pasa la mano por su mejilla mal afeitada.

-Una sola razón. Aquí tiene, diga que sí, para que tenga la oportunidad de afeitarme…Sinceramente, me parece que gano mucho cuando estoy afeitado.

Y me devuelve el brazo.

-Sí-digo.

-¡Por fin! Crucemos juntos, se lo ruego, no quisiera perderla ahora.

Esta vez soy yo quien la mira alejarse en sentido contrario, se debe de estar frotando las mejillas como alguien que ha conseguido un buen negocio.

Estoy segura de que está súper orgulloso de sí mismo. Con razón.

Paso el resto de la tarde un poquito nerviosa, hay que reconocerlo.
La que fue a por lana y volvió esquilada no sabe que ponerse…
(continuara…)


Pequeño fragmento de Pequeñas ocupaciones Germanopradinas

Autora: Anna Gavalda

Libro: "Quisiera que alguien me esperara en algún lugar"



De Perfumes va la cosa...
Un mes después de haberla visto por primera vez, me decidí a intercambiar algunas palabras con ella para lo que esperé el momento en el que no estuviera ocupada y me acerqué a su stand con el pretexto de comprar una buena colonia masculina. La mía ya se me estaba agotando.
- Hola, buenas tardes -dije con tono afectuoso al acercarme a ella.
- Hola -contestó amablemente.
- Necesito que me aconsejes.
- Para eso estoy. Dime en qué puedo ayudarte -respondió con un tono divertido.
- Busco una colonia que no sea demasiado fuerte ni tampoco una de esas que no huelen mucho.
- Entiendo, quieres alguna que sea discreta pero que se mantenga.
- Eso es. Lo has captado inmediatamente.
- Ése es mi trabajo -contestó riendo-, te mostraré un par de colonias que pueden encajar con tus deseos.
-¡Vaya, y además psicóloga!
-Sí, a la fuerza -compuso un gesto de resignación y enarcó las cejas. Pero inmediatamente volvió a sonreír.
- Supongo que tener que atender a muchos clientes indecisos te vuelve un poco psicóloga.
- Un poco, sí.
- Bueno, yo te prometo que no soy uno de esos clientes indecisos.
Tras vaporizar dos colonias en dos tiras de papel secante y mostrármelas, me tomé unos segundos para tomar una decisión y, de paso, establecer un contacto visual directo con ella, que me miraba con ojos expectantes, sin parpadear.
- Me quedo con la segunda. Es fresca y estoy seguro que reforzará mi buen humor por las mañanas para ir al trabajo -en eso mentí descaradamente. Mi humor en los días laborables no era precisamente bueno, pero estaba transmitiendo un claro mensaje: Soy un hombre simpático.
-Se vende muy bien -contestó,
-Quizá sea, por eso, precisamente, porque aleja los malos humores. Definitivamente me quedo con ésta.
-¿Deseabas algo más?
- Pues sí... Ya que me encuentro con una vendedora
competente y simpática, me arriesgaré a comprarle un
perfume a mi hermana. Es una misión de alto riesgo y
sólo tú puedes ayudarme.
-¡Uf...! me lo pones difícil, ¿eh?
-No creo que te resulte difícil. Además, ya sabes que es mucho más fácil hacer un regalo a una mujer que a un hombre.
-En eso tienes razón. Sois muy complicaditos.
- Quizás te ayude que te describa brevemente a mi hermana. Así darás con el perfume exacto.
- Muy bien.
Mientras me escuchaba atentamente, se echó el flequillo hacia atrás y pude comprobar la perfección de su rostro: Tenía los pómulos marcados y eso resaltaba aún más sus ojos verdes.
- Bueno, es una mujer elegante, sin exageración. Muy vital, joven y guapa. Simpática y muy determinada. De hecho, es como tú -indirectamente y, utilizando aquella descripción, le había transmitido un segundo mensaje: lo que pensaba sobre ella.
-Vaya, muchas gracias. Espera, creo que tengo el perfume que buscas.
No me sorprendió que no se azorara, pues supuse que estaría acostumbrada a recibir halagos como el mío. Tras unos breves instantes en los que se alejó para buscar el perfume y yo aproveché para admirar su cuerpo, regresó a mi lado luciendo una amplia sonrisa y una cierta mirada de complicidad.
-Te traigo tres perfumes. Creo que cualquiera de ellos le gustará.
-¿Puedo preguntarte algo?
- Claro -contestó con expresión de sorpresa.
- Sinceramente, de estos tres perfumes, ¿tú cuál te pondrías?
Dudó unos segundos y, antes de que pudiera responderme a la primera pregunta, me adelanté con otra nueva.
-Lo que quiero decir es qué perfume utilizas tú. La verdad es que huele de maravilla y creo que al novio de mi hermana le gustará. Ella siempre compra perfumes pensando en si le gustarán a su novio, algo que no acabo de entender.
-Muchas mujeres compran ciertos perfumes por ese motivo.
-¿De veras?
-Sí.
Torció la boca y volvió a enarcar las cejas en un gesto de comprensión femenina. Aproveché dicho gesto para disparar una nueva carga de mensajes indirectos.
-Resulta halagador para un hombre que su pareja piense en él para algo así y que quiera gustarle. No obstante, yo prefiero que la mujer determine sus propios gustos, pero es admirable que alguien quiera agradar a su pareja -traducción: No soy machista, soy comprensivo y estoy dispuesto a agradar a mi pareja.
La miré nuevamente a los ojos con una expresión seria y tierna a la vez, transmitiendo lealtad, seguridad y confianza. Bajé la mirada y señalé los perfumes,
componiendo una expresión de complicidad y guiñando un ojo.
- Entonces, ¿me confiesas tu secreto con respecto al perfume?
- Bueno, yo suelo utilizar varios, pero este en concreto es el que llevo en estos momentos y me encanta -agarró uno de los tres frascos y lo esparció en su muñeca para que lo oliese. La sonrisa se había borrado de su rostro y su mirada se tornó más intensa e interesada… en mí, lo que me llenó de satisfacción.
-Sí, éste es, sin duda, el perfume perfecto. Estoy seguro de que le gustará. Quiero decir, que les gustará a los dos -afirmé sonriendo levemente.
-Te envolveré para regalo el perfume de tu hermana.
-Muchas gracias. Pero, ahora que lo pienso, quiero que me envuelvas dos.
- ¿Dos?
- Sí, dos. He recordado que tengo alguien más a quien hacerle un regalo.
De nuevo volvió a alejarse para buscar un nuevo perfume y aproveché para escribir en dos tiras de papel secante una frase decisiva. Cuando regresó percibí cierta incertidumbre y curiosidad, pero no me adelanté a interpretar aquellos sentimientos.
Tras envolver con esmero los dos perfumes femeninos y cargar de muestras la bolsa, le tendí rápidamente mi tarjeta de crédito y mi carné de identidad. No sólo porque
no podía pagar en efectivo la suma de todo aquello, sino por un motivo más concreto:
- Aquí tienes mi carné. Como ves, me llamo Óscar.
- Muy bien, Óscar -contestó con una sonrisa.
- Por cierto, me gustaría saber tu nombre. Si a mi hermana le gusta este perfume y lo quiere utilizar de nuevo, o se interesa por otros productos de esta marca, que lo hará, le diré que pregunte por ti. Eres toda una profesional y una artista -exclamé señalando los cuidados envoltorios que había hecho.
-Gracias. Soy Katia.
-¿Katia? Es un nombre muy bonito. Bueno, todo el mundo te lo dirá.
- Sí, mucha gente me lo dice. Algunos se quedan extrañados.
- Bonito nombre para una mujer.
- Gracias -me dijo mientras me extendía el recibo de la tarjeta para que lo firmara.
Aquel día, me sentía optimista y con muchas ganas de arriesgarme. A veces la seducción requiere tiempo y otras, sin embargo, se produce en un breve pero intenso plazo, y es eso lo que cuenta, la intensidad, sea en un plazo corto o prolongado. Resolví adoptar la opción mixta y, cuando me tendió la bolsa, extraje uno de los paquetes de regalo y lo dejé encima del mostrador, junto a las tiras secantes en la que había escrito el mensaje.
Me despedí cortésmente y me fui. Preferí dejarla a solas para que leyera lo que había apuntado en mi improvisada carta de amor: “Katia, durante estas últimas semanas has convertido mi obligada visita al supermercado en un placer. Este regalo es para darte las gracias... Espero volver a verte”.
Esperé dos semanas para volver allí y la vi atendiendo a un par de clientas. Caminé con paso firme, rumbo a la escalera de bajada al supermercado. Cuando pasé cerca de su stand, nuestras miradas coincidieron y la saludé con la mano, mostrando una sonrisa amplia y una mirada tierna, pero segura. Ella me hizo un gesto con la mano, indicándome que esperara unos instantes. Levanté las dos manos fingiendo un
divertido gesto de “detención” y, cuando hubo terminado con sus clientas, me pidió que me acercara.
- Fue todo un detalle lo del perfume.
-Fue un placer. Pero no quiero que te sientas obligada a nada. A veces, un hombre ha de sincerarse y aventurarse, cuando encuentra a alguien especial.
Calló y bajó la mirada para que no pudiera advertir su sonrojo. Le toqué levemente el brazo en una señal de amistad, transmitiendo una intención sincera. Al cabo de unos instantes, volvió a mirarme a los ojos y retuve su mirada sonriendo.
- Tengo unos minutos libres para tomar algo en la cafetería -me hizo saber con voz queda.
-Perfecto, yo tengo unos minutos para invitarte.
Fuente: Conversaciones seductivas
Reflexión
Dos puntos de vista de la seducción, una en parís y entra en cualquier perfumería. Una desde el punto de vista de una mujer otra desde el punto de vista de un hombre. ¿Diferencias?...
A opinión del consumidor.

viernes, 22 de octubre de 2010

Cara a cara

Muchos interrogantes recorren mis pensamientos, en los libros sigo buscando soluciones, respuestas, aclaraciones…
Bellísimas Personas de Andreu Martín aborda el machismo de una manera sutil ( en un segundo plano), aborda el gran interrogante ¿sirve de algo nuestras penitenciarias? ¿hay verdadero arrepentimiento del preso? ¿se puede insertar una persona que ha cometido un crimen en la sociedad?. Y ante todo nos muestra como una persona puede pasar de ser un encanto, cercana, a ser un ser despiadado, un criminal, un ser repudiado por la sociedad.

Les situó en el texto: Nuestra protagonista se encuentra por primera vez cara a cara con aquella persona que esta investigando (ha salido de la cárcel hace ya años), una persona normal que de repente pasa a ser un asesino.
¿Cuáles son sus conclusiones? ¿Cómo te sentirías? ¿Qué pensarías? ¿Qué le contarías a tu amiga?...



Les dejo el texto:


“-¿No me preguntas lo que hice?
Nos miramos cada uno en los ojos del otro. ¿Me lo dirá? Nunca hemos estado tan cerca. No me extrañaría que pusiera su mano sobre la mía. Y me costaría retirarla. Es la mirada hipnótica de la serpiente. El corazón es un puño. ¿Me lo contará? Si lo hace, habemos llevado la intimidad demasiado lejos, mucho más allá de donde yo quisiera haber llegado. Resulta seductor. Lo veo duro, noble, culpable, perdedor, incomprendido. Me llega al corazón. Me da miedo. Uno de los rasgos más característicos de los psicópatas es su capacidad de seducción. Ted Budy y Edmund Kemper eran capaces de ligar y de convencer a chicas para que montaran en su coche cuando todo el mundo sabía que por los alrededores rondaba un violador asesino. Durante el juicio por los abominables crímenes de Alcocer se sabe que había jovencitas, de la edad de las víctimas, que se manifestaban enamoradas del acusado. La fascinación del monstruo. El poder de los vampiros radica en el hecho de que la gente se cree que no existen. No, no, quiero irme de aquí. Es tarde
”.


martes, 19 de octubre de 2010

Algo de Anthony de Mello



Grandeza

Lo malo de este mundo, dijo el Maestro tras suspirar hondamente, es que los seres humanos se resisten a crecer.
¿Cuándo puede decirse de una persona que ha crecido?, preguntó un discípulo.
El día en que no haga falta mentirle acerca de nada en absoluto.



Intrepidez

¿Qué es el amor?
La ausencia total de miedo, le dijo el Maestro.
¿Y qué es a lo que tenemos miedo?
Al amor, respondió el Maestro.


jueves, 14 de octubre de 2010

¡Temores!







La noche toca otra vez a mi puerta, el eco cada vez es más claro, la campana resuena cada vez con más fuerza. Su eco envuelve de oscuridad y miedo a todo el pueblo y no es la primera ni será la última vez que suene.

Me voy a mi cuarto secreto con la intensión de probar mi nuevo artilugio, un arma que creo que sea capaz de asustar a esa maldita bestia. Su empuñadura es grande, es su gran defecto, pero lanzará la flecha a la distancia suficiente para que la bestia no sea un peligro ni para mí ni para mi gente.

Salí a la calle y la niebla como sólo pasa en estas noches, hace acto de presencia. Los animales nocturnos ni se escuchan, hace ya horas que se han refugiado en la oscuridad de su madriguera. Camino con decisión, enfrentándome a los miedos, no sólo los míos, (que son muchos), sino de todos los temerosos pobladores de esta enferma tierra. ¿Enferma? ¡sí!, enferma, .¿ Cómo si no ha podido llegar este ser aquí? ¿Acaso las calamidades no surgen cuando las cosas están ya podridas? ¿y acaso puede estar peor de lo que esta?
La campana toca otra vez, pero esta vez la escucho perfectamente, pues ya estoy cerca de la mansión. Una luz dentro de ella me marca el camino a seguir y abro la puerta chirriante. Una música melódica suena con delicadeza, siento que me abraza con pasión, y yo hipnotizado voy hacia ella. Paso a paso me voy dando cuenta de que me dirijo a un salón de baile, un gran espejo a lo lejos. Me acerco con la intensión de salvar al pueblo de ese ser horripilante…, pero lo único que hago es ver una figura en ese escalofriante espejo, me voy acercando y contemplo cada vez más cerca la figura reflejada.
Por fin, mis miedos se disipan cuando tengo cara a cara a ese ser de ojos rojos,¡ esa pesadilla!. Veo la ropa manchada, veo la sangre fresca chorreando por mi cara, veo mi gran arma y mi trofeo…
Mis temores se han vuelto hacer realidad, se han puesto delante mía, la campana, la niebla, la música, el espejo, todo volvió a marcar los pasos del mal.


Dedicado a la gente que intenta superar esos demonios que llevan dentro.

Dedicado a Irene Comendador por su dedicación a la escritura, vampiros, Monstruos y toda bestia que se precie.

lunes, 11 de octubre de 2010

¿Los hombres necesitan más el matrimonio que las mujeres?


-Las estadísticas demuestran que los hombres necesitan más el matrimonio que las mujeres –pongo una cara de escepticismo que a ella se le antoja divertidísima- ¡Pues claro! Por eso lo rechazan tan dramáticamente. Cuando veas a alguien que hace mucho teatro para demostrar que no quiere algo, ya puedes sospechar de inmediato que lo necesita como el pan que come. ¿Cómo es aquello? ¿Dime de que presumes y te diré de qué careces? Pues eso. Si es lógico. Acostumbrados a que su mamá se lo dé todo masticado, que les prepare la comida y les haga la cama y les lava la ropa y les friegue los rincones, cuando se van de casa necesitan con urgencia alguien que les haga estas faenas. La mujer, en cambio… ¿No te has fijado que las mujeres, de pequeñas, jugamos a vivir? Jugamos con muñecas, los vestidos, y desnudamos, las cambiamos como si fueran bebés. Jugamos con cocinitas, jugamos a si al mercado, a regatear…Jugando, jugando, vamos aprendiendo a vivir-no puedo evitar pensar que mi madre aprendió poco a poco a vivir-, nos vamos entrenando para hacer cosas útiles en un futuro. Prácticas sexistas, si tú quieres, aburridas o deterministas, lo que sea, pero útiles, prácticas, decisivas. Entretanto, los hombres juegan con soldados, con pistolas, y escopetas, hacen guerras… O que no sirven para nada, como el fútbol. Son más que divertidos, más lúcidos e ingeniosos, si tú quieres, pero no tienen el menor sentido práctico de la vida. Y no los envidio. Está comprobado que las mujeres solteras se las componen mucho mejor que los hombres solteros, tienen más salud mental y más recursos. Una socióloga americana, Jassie Bernard, llegó a decir: “El matrimonio puede resultar perjudicial para la salud de la mujer”. Y tiene toda la razón, sí, señora.


"Bellísimas Personas" Andreu Martín






jueves, 7 de octubre de 2010

Contrabajo de Leopoldo Lugones








Contrabajo

Dulce luna del mar que alargas la hora
de los sueños del amor; plácida perla
que el corazón en lágrimas atesora
y no quiere llorar por no perderla.
Así el fiel corazón se queda grave,
y por eso el amor, áspero o blando,
trae un deseo de llorar, tan suave,
que sólo amarás bien si amas llorando.

sábado, 2 de octubre de 2010

De noches y de amores



La noche nos ilumina otra vez con su presencia,
Para nosotros amanece un nuevo día.
Hoy como es de cotidiano observemos sin prisa y muy atentos.
Todo lo que sucede a la luz de la luna.

Gente pasa al lado nuestro y no saben de nuestra paciencia.
Observadores silenciosos a veces somos, tenemos mucha prudencia.
La noche bonita hoy se manifiesta, y nuestro amor ofrecemos sin temor.
Es que entre nosotros amor es igual a no temor.

Me dice ella que no observa nada nuevo hoy,
Y yo como también buen observador hago un pequeño ruido como confirmación,
Grave error porque un caminante me escuchó.
Y nosotros entonces prudentes como estatuas nos quedamos.

El caminante miró y remiró, y con una linterna nos apuntó.
¿Empieza la noche y ya se termino la magia?
¿Nos dejará tranquilo en el mar de nuestro amor?
¿O por el contra otra vez huir en desesperación?

No esperamos a más señas, ni a más dilación y las alas pusimos en marcha,
Para parar en un nuevo árbol donde seguir con nuestra manifestación de amor,
Pues la noche bonita hoy se manifiesta, y nuestro amor ofrecemos sin temor.
Es que entre nosotros amor es igual a no temor.



José Antonio

¡PALABRAS!

“Palabras para cantar. Palabras para reír. Palabras para llorar. Palabras para vivir. Palabras para gritar. Palabras para morir”
J.A. Labordeta.