La noche toca otra vez a mi puerta, el eco cada vez es más claro, la campana resuena cada vez con más fuerza. Su eco envuelve de oscuridad y miedo a todo el pueblo y no es la primera ni será la última vez que suene.
Me voy a mi cuarto secreto con la intensión de probar mi nuevo artilugio, un arma que creo que sea capaz de asustar a esa maldita bestia. Su empuñadura es grande, es su gran defecto, pero lanzará la flecha a la distancia suficiente para que la bestia no sea un peligro ni para mí ni para mi gente.
Salí a la calle y la niebla como sólo pasa en estas noches, hace acto de presencia. Los animales nocturnos ni se escuchan, hace ya horas que se han refugiado en la oscuridad de su madriguera. Camino con decisión, enfrentándome a los miedos, no sólo los míos, (que son muchos), sino de todos los temerosos pobladores de esta enferma tierra. ¿Enferma? ¡sí!, enferma, .¿ Cómo si no ha podido llegar este ser aquí? ¿Acaso las calamidades no surgen cuando las cosas están ya podridas? ¿y acaso puede estar peor de lo que esta?
La campana toca otra vez, pero esta vez la escucho perfectamente, pues ya estoy cerca de la mansión. Una luz dentro de ella me marca el camino a seguir y abro la puerta chirriante. Una música melódica suena con delicadeza, siento que me abraza con pasión, y yo hipnotizado voy hacia ella. Paso a paso me voy dando cuenta de que me dirijo a un salón de baile, un gran espejo a lo lejos. Me acerco con la intensión de salvar al pueblo de ese ser horripilante…, pero lo único que hago es ver una figura en ese escalofriante espejo, me voy acercando y contemplo cada vez más cerca la figura reflejada.
Por fin, mis miedos se disipan cuando tengo cara a cara a ese ser de ojos rojos,¡ esa pesadilla!. Veo la ropa manchada, veo la sangre fresca chorreando por mi cara, veo mi gran arma y mi trofeo…
Mis temores se han vuelto hacer realidad, se han puesto delante mía, la campana, la niebla, la música, el espejo, todo volvió a marcar los pasos del mal.
Me voy a mi cuarto secreto con la intensión de probar mi nuevo artilugio, un arma que creo que sea capaz de asustar a esa maldita bestia. Su empuñadura es grande, es su gran defecto, pero lanzará la flecha a la distancia suficiente para que la bestia no sea un peligro ni para mí ni para mi gente.
Salí a la calle y la niebla como sólo pasa en estas noches, hace acto de presencia. Los animales nocturnos ni se escuchan, hace ya horas que se han refugiado en la oscuridad de su madriguera. Camino con decisión, enfrentándome a los miedos, no sólo los míos, (que son muchos), sino de todos los temerosos pobladores de esta enferma tierra. ¿Enferma? ¡sí!, enferma, .¿ Cómo si no ha podido llegar este ser aquí? ¿Acaso las calamidades no surgen cuando las cosas están ya podridas? ¿y acaso puede estar peor de lo que esta?
La campana toca otra vez, pero esta vez la escucho perfectamente, pues ya estoy cerca de la mansión. Una luz dentro de ella me marca el camino a seguir y abro la puerta chirriante. Una música melódica suena con delicadeza, siento que me abraza con pasión, y yo hipnotizado voy hacia ella. Paso a paso me voy dando cuenta de que me dirijo a un salón de baile, un gran espejo a lo lejos. Me acerco con la intensión de salvar al pueblo de ese ser horripilante…, pero lo único que hago es ver una figura en ese escalofriante espejo, me voy acercando y contemplo cada vez más cerca la figura reflejada.
Por fin, mis miedos se disipan cuando tengo cara a cara a ese ser de ojos rojos,¡ esa pesadilla!. Veo la ropa manchada, veo la sangre fresca chorreando por mi cara, veo mi gran arma y mi trofeo…
Mis temores se han vuelto hacer realidad, se han puesto delante mía, la campana, la niebla, la música, el espejo, todo volvió a marcar los pasos del mal.
Dedicado a la gente que intenta superar esos demonios que llevan dentro.
Dedicado a Irene Comendador por su dedicación a la escritura, vampiros, Monstruos y toda bestia que se precie.
2 comentarios:
uuufff, relato terrorifico, genial para las fechas que estamos, ajajaj me encantan tus palabras, mucho talento envuelven tus letras
un saludo
Irene
¡Me alegro que te haya gustado!
Un abrazo.
José A.
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