sábado, 29 de mayo de 2010

Es la ira, el miedo el que te vuelve ciego o sordo


Tienes que aprender a meditar sobre este asunto- le dijo-Quien vive sin ojos debe mantenerse alerta. Parece más sencillo de lo que es. Debe sentir cada movimiento y cada respiración. En cuanto se despiste o desconcentre, sus sentidos lo conducirán al error,… Si soy impaciente…, si la ira hace mella en mí… El problema no son los ojos o los oídos Tin Win. Es la ira lo que te vuelve ciego o sordo. Es el miedo lo que te vuelve ciego o sordo. Es la envidia; la desconfianza. El mundo se encoge o se sale de quicio cuando te enfadas o sientes temor. Y no solo nos pasa a nosotros, sino también a los que ven con los ojos. La diferencia es que ellos no lo saben.

Todo ser humano, toda criatura terrestre, tiene miedo. Nos envuelve como hacen las moscas con los excrementos de buey. Los animales salen huyendo; se escapan o corren o vuelan o nadan hasta que consideran que ha pasado el peligro o hasta que caen muertos de agotamiento. Los hombres no somos mucho más inteligentes. Intuimos que no existe un lugar en el que podamos escondernos del miedo, pero aun así lo intentamos. Aspiramos a ser ricos y poderosos; nos hacemos ilusiones de ser más fuertes que los demás; intentamos dominar; a nuestros hijos y nuestras mujeres, a nuestros vecinos y amigos. El despotismo y el miedo tienen algo en común: son ilimitados. Pero con el poder y la riqueza sucede lo que con el opio, que en mi juventud probé más de una vez: ninguno de los dos cumple sus promesas. El opio no me aportó la felicidad eterna; me hizo desear cada vez más. El dinero y el poder no vencen al miedo. Solo hay una fuerza superior a él. El amor.


"El arte de escuchar los latidos del corazón" de Jan-Philipp Sendker.
Reflexiones:
Cuando veo estas palabras, estos pensamientos, etc. Muchas cosas me pasan por la cabeza, muchas ideas, muchas vivencias, etc. La envidia, la desconfianza en los demás, el estar por encima de los demás, el querer ser más de lo que somos, el hacer del otro nuestro capricho personal, etc., nos muestra el miedo de la persona en ser tal como es o la envidia de no tener lo que realmente se es, o el deseo de tener lo que no se tiene y quisiéramos tener. Todo esto y demás nos hace llegar a un grado de insatisfacción en nuestra vida.
Según el budismo, el deseo es el desencadenante de todos las insactifacciones, de todos lo dolores, pero ¿cómo poder eliminar este deseo?.
Estamos en una sociedad que nos dice que tenemos que superarnos día a día, pero no para ser mejores personas sino porque hay que estar por encima del otro que te puede quitar tu trabajo, estar por encima del otro para tener un mejor trabajo, estar por encima del otro para tener ese mejor coche, ese mejor chalet, o simplemente ser mejor porque yo soy el más guapo, el más inteligente, el más…

Estamos en una sociedad donde el compararse con los demás este de moda, soy guapo quiere decir soy más guapo que…, soy listo quiere decir soy más listo que…, etc.

En definitiva, estamos en una sociedad que crea inseguridad en la persona si no tiene determinadas cualidades, si no supera distintos retos, si no tiene determinado amor o pareja, si no tiene determinada carrera, etc. Con ello no quiero decir que es bueno y bonito tener lo anterior, todo lo contrario estaría muy bien, sino que el fin, el objetivo no debe ser poseer estas cualidades, no, todas estas cualidades han de partir de la configuración de la persona y del ser persona.
Ser persona implica un desarrollo personal, afectivo, sexual, psicológico, físico, espiritual, etc. y de esto nos hemos olvidado. Sin duda, estas cualidades no lo podemos adquirir solos, necesitamos de los demás, es con los demás como más y mejor podemos adquirir muchos de los aprendizajes.
En definitivo, sólo si conseguimos ser ricos como personas podemos obtener por añadidura nuestra felicidad, eso es fundamental, o por lo menos es un primer paso que hay que dar.

Quiero concluir diciendo que el libro esta siendo un verdadero descubrimiento, me esta encantando. Es uno de los grandes momentos de mi vida como humilde lector.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Meditación

Regreso a mi lugar de reposo después de tanto tiempo fuera, el lugar sigue siendo apacible, la serenidad rodea al igual que el agua mi lugar de meditación y descanso.

Esta vez me acompaña la bella de los ojos rasgados, rostro oriental marcado por la historia, y es que por mucho que lo intentemos siempre queda registrado en nuestras arrugas, cicatrices, sonrisas, silencios.

Hemos llegado ya a la cabaña y nos disponemos a dejar la mente y el alma en hibernación, en reposo, en silencio, en tranquilidad, en paz.

La lucha comienza, nuestras mentes divagan, navegan, viaja por lugares que queremos apartar, disipar, borrar aunque sea por unos momentos.

Gracias a nuestros años de experiencia en este misterioso y a su vez sencillo arte, en poco tiempo, aquietamos nuestra mente. Ya solo con nosotros mismos, paradójicamente estamos más cerca de toda nuestra realidad.

Despierta, despierta, la realidad llama otra vez, ¿pero qué es lo real? ¿La realidad de un mundo que esclaviza a todo el que se ilusiona con ella? ¿La realidad de un mundo que hay que liberar? ¿La realidad, maldita realidad?...

Despertamos como siempre en paz, en harmonía, pero con una duda eterna: ¿Y ahora qué?

Después de cenar y pasar una noche navegando por los mares de estrellas y sonidos de la noche, nos disponemos a coger la barca. Es de día, todo brilla, ya estamos en la mitad del lago, cuando por casualidad los dos entonamos la misma pregunta: ¿Cuándo regresaremos a nuestro lugar de reposo?


martes, 25 de mayo de 2010

Pablo Neruda: Poema XX


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta.
A lo lejos.Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

jueves, 20 de mayo de 2010

¿Cree en el amor Julia?


"…permita que le formule mi pregunta: ¿Cree en el amor, Julia?
Evidentemente, no me refiero a aquel arrebato de pasión que creemos que nos durará toda la vida, que nos mueve a decir y hacer cosas que al cabo del tiempo lamentamos, que nos hace suponer que no podemos vivir sin una determinada persona, que nos lleva a temblar de miedo al pensar que podemos volver a perderlo. Aquel sentimiento que nos vuelve más pobres, no más ricos, porque queremos poseer lo que no podemos poseer, queremos retener lo que no podemos retener. Y tampoco me refiero al deseo físico ni al amor propio, parásitos que gozan al camuflarse de amor desinteresado.
Hablo del amor que devuelve la vista a los ciegos. Del amor que es más fuerte que el miedo. Hablo del amor que dota a la vida de un sentido que no atiende a las leyes de la caducidad, que nos hace crecer y no conoce fronteras. Hablo del triunfo del ser humano sobre el egoísmo y la muerte.
¿Mueve la cabeza? ¿no cree en ese amor? ¡oh! ¿no sabe de qué le hablo? No me sorprende. Yo tampoco lo conocía, hasta que conocí a su padre…"


Libro: El arte de escuchar los latidos del corazón. Jan-Philipp Sendker


Reflexión:


Así comienza el libro "El arte de escuchar los latidos del corazón".
Un principio prometedor, una persona anciana que habla con una joven y habla de amor.
¿qué tipo de amor nos habla?.
No lo se, me queda mucho que leer del libro y tanto por descubrir.

Mientras tanto voy a poner unas cuantas reflexiones en torno a la palabra amor, pero eso será en la próxima entrada.

martes, 18 de mayo de 2010

Quisiera ser aire… soy aire


Un aire fugaz pasó delante de mí,
Sin darme cuenta me envolvió y me volvió a soltar.
¿Qué mejor que algo de tu condición para mostrarte cómo eres?
Aire que llena huecos, llenas corazones,
Aire que se introduce por las casas sin permiso,
Aire que llenas huecos sin dar ni pedir explicaciones.
Aire libre y que das libertad.
Aire que das contenido a las cosas, llenas con sentido la vida.
¿Qué haría una paloma, que sería un águila real?
¿Qué sería la más bella ave, sin tu fuerza aire?
¿Qué sería sin ti un jarrón, un hogar, un cuerpo?
Y me vuelvo a preguntar: ¿Qué mejor que algo de tu condición para mostrarte como eres?
Me he quedado pensando, reposado en una acera.
De la que por fin hoy dejaré de frecuentar.
Para darme cuenta que igual que tu, soy aire.
Aire libre y que da libertad.
Aire que da y dejar respirar,
Aire que da y se deja amar.
Quisiera no es tu palabra,
Quisiera no es mi palabra.
Soy y eres, somos aire.
Aire en un mundo sin oxigeno,
Aire, Aire que da a todo un sentido.


José A.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Cuento: La lucha de la mariposa




Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vió que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir de capullo.

El hombre vió que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio en el capullo , hasta que llego un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo más grande y así fue que por fin la mariposa pudo salir.

Sin embargo al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.

El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en circulos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas... Nunca pudo llegar a volar.
Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y
fuertes y luego pudiese volar.
Libertad y el volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud. Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si Dios nos permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podíamos haberlo sido. ¡Cuánta verdad hay en esto! Cuántas veces hemos querido tomar el camino corto para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser libres.


Necesitamos recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar y que a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego.

Nunca permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no tenemos, o que no debemos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos tener.

No pensemos ni nos enfoquemos en lo que no tenemos, disfrutemos cada instante de cada día por lo que tenemos y nos ha sido dado.


Fuente: "Vitaminas para revitalizar tu vida" de Humberto A. Agudelo C.

martes, 11 de mayo de 2010

Reflexiones en torno a la palabra ¡sí! (2)


¿Qué hacer cuando hay, lo que José Antonio llama,

una guerra civil entre el sí y el no en nosotros?

Tenemos dudas, nuestro corazón dice sí, nuestra mente no, estamos hecho un lío, ¿qué hacemos?. Espero que estas referencias les ayuden.

Nuestro autor da unas orientaciones que son las siguientes:

1. Analizar, escucharme para ver que es lo que realmente me tiene dividido. Mirar si todo los datos que manejo vienen de mi o de fuera de mi (ideas subyacentes, introyectos, educación, emociones escondidas).

2. Intentar ver si mi división viene de mis ideas o de ideas adheridas de mi a través de las opiniones de gente significativas para mi.

3. Buscar si mi respuesta busca la verdad o la aprobación de las demás personas.

4. Mirar nuestra historia personal y mirar cual de las dos opciones se ajusta a lo que me produjo más paz, gozo, lo más verdadero.

5. El sí siempre es unificador, es lo más que me expresa como persona.

6. Lo que decida, lo que diga no me afectará, porque he de seguir queriéndome, he de tener paciencia. Me debo siempre el amor a mi mismo-a.

7. Cito expresamente en esta parte: “Alzar los ojos más allá de mi yo. Es verdad que el sí va a brotar de mi persona pero debo escuchar la realidad, saber ver lo obvio, escuchar al otro o a otros y, finalmente, comprender el auténtico bien común. Lo que es bueno para todo el hombre y para todos los hombres.

8. Arriesgarme a decir sí, teniendo sólo los datos o realidades que tengamos.

sábado, 8 de mayo de 2010

Reflexión en torno a la palabra: ¡Sí! (1)



El sí es unitivo, vinculante con tareas, cosas, personas. Es reconocer, responsablemente, nuestra conformidad, nuestra aceptación.
El sí, fruto de la libertad, afirma, identifica, se abre a lo que consideremos la verdad, concede, es decir, da permiso para que algo sea.

El sí de mala calidad:

Por debilidad: acarrea poca persona.
Por miedo: no nace de mi libertad.
Por dependencia: es un prestado, de otra persona que yo introyecto, no interiorizo, no hago mío de verdad.
Por acomodación: acomodarme a gustos o al poder de los otros (su cultura, su voluntad)
Por pertenecia: no me pertenezco, pertenezco al grupo.
Por disfraz: un no disfrazado de sí. Esto es engaño, falsedad, debilidad.
Por falta de amor: no transmite amor ni a mí, ni al otro. Es un sí banal, acomodaticio.
Por falta de justicia: es un sí injusto.
Por voluntarismo: el sí como estado psicológico, una dictadura de la voluntad que no tiene en cuenta otras dimensiones de la persona, no las respeta y considera.
Por estabilidad: un sí que no crea nada. Un sí que no cree nadie.
Por halago: no digo nada de mí, al afirmar este sí solamente expreso lo que tú esperas oír.

El sí puede tener mayor o menor densidad y consistencia dependiendo de la realidad a la cual se la decimos.
La capacidad de pronunciar responsablemente sí, solo se adquiere con un proceso de maduración progresiva en el que me doy cuenta de la verdad de que quiero y de que es lo que me propone ante mi libertad.
El sí dicho con todo el ser abre al otro nuestra verdad y nuestro amor a la realidad afirmada.
A veces hay una división intrapersonal: “Una parte de mi dice sí y otra parte de mi dice no: “mi razón dice no, mi sentimientos dice sí, etc.”
El sí definitivo, en el fluir de la vida y de la historia, necesita ser regado, alimentarlo y cuidado.
El sí auténtico necesita ser amado.

jueves, 6 de mayo de 2010

Los dos predicadores

Dos famosos predicadores aparecieron el mismo día en un pueblo para pronunciar sus respectivos sermones, atrayendo cada uno de ellos una considerable audiencia.
Mientras que uno de ellos estaba tratando serios asuntos de índole teológica, las enseñanzas del otro se componían principalmente de cuentos y parábolas. Así, no pasó mucho tiempo hasta que toda la gente que se había congregado para escuchar al más erudito se pasara con la multitud reunida para escuchar los maravillosos cuentos del otro predicador.
Comprensiblemente, el erudito se quedó un tanto decepcionado cuando vio que se había quedado con nada más que unos cuantos oyentes. Cuando se quejó ante el otro de su fracaso, éste le dijo:
-Te voy a contar un cuento. En cierta ocasión, dos mercaderes llegaron a un pueblo para vender sus mercancías. Uno de ellos vendía piedras preciosas y el otro vendía bisutería barata. Al principio, la gente del pueblo se reunió alrededor del comerciante que traía las mercancías más caras. Como es natural, tenían curiosidad por ver de cerca las finas gemas. Pero, cuando llegó el momento de comprar y no sólo de mirar, acudieron en masa al mercader de la bisutería, y fue con él con quien se gastaron su dinero.

martes, 4 de mayo de 2010

Reflexión en torno a la palabra: No


La palabra no es de las palabras más difíciles para algunas personas y en cuyo aprendizaje puede emplearse largo años.

No es negación, frontera, ruptura, rechazo. El no es libertad, definición de límites. La palabra no nos protege de fatalismos. En ella balbuceamos nuestra independencia y autonomía.


La cultura, el entorno, la escuela nos educa para el sí y poco a poco nos sentimos culpables para el no.


Muchas veces nos sentimos culpables al decir no. Aprender a decir no sin sentirse culpable es un camino de maduración personal que hemos de recorrer como fidelidad de nuestros límites, deseos auténticos, etc.


El no también puede ser la clave que nos cierra a nosotros mismos, hay un no defensivo, ya que hay muchas personas que utiliza el no de forma compulsiva como respuesta a las demandas del entorno. Este no es un no muro, que nos separa de los demás. Este no nos aísla.

Tenemos que aprender a decir no asertivamente, sin violencia, con firmeza amable, que sea capaz de conciliar el no con la demanda concreta del si a la persona interlocutora.
No debo pretender que el otro asuma mi no, sino asumirlo yo, que el otro sepa que el que dice no es un hombre o una mujer libre. situado, histórico, tal vez equivocado pero capaz de amar flexible, sabio para dudar. El crecimiento personal exige muchas veces decir no a todo lo que suponga querer ser otro, tendencia necrófilas, sacrificios humanos y justicia.

La palabra no ayuda muchas veces a la otra persona a encontrar el camino en su sana libertad, tal vez no se nos comprenda pero hemos de hacerlo que se nos escuche con toda la verdad de las motivaciones que apoyen sanamente nuestro no, si consideramos adecuado expresarla.

Fuente: Treinta palabras para la madurez.
Mis reflexiones:
Que difícil es decir no, el miedo a ser abandonado, a perder lo que se tenía muchas veces nos hace no decir no. Hace unos meses vivi una situación de un tal vez, o un quien sabe, o puede que ocurra, y muchas veces esa situación es más dura que dar la respuesta de: no.

Un no si se dice de la mejor manera es una posibilidad de seguir por otro camino, es la posibilidad de seguir creciendo.
Estoy de acuerdo con el autor que un no verdadero no tiene por que ser un fin, sino un continuar un camino en crecimiento. Hay situaciones en que hay que decidir dar el paso del no y seguir caminando.
Un no tampoco tiene que ser para toda la vida, es flexible, entra también el factor humano, nos podemos equivocar.

Un saludo.

lunes, 3 de mayo de 2010

Reflexiones en torno la palabra: ¡hola!






Hola es la capacidad de estrenar realidad, de acoger acontecimientos:
¿Cuándo eres una persona anciana o vieja? Cuando ya no puedes estrenar la vida, cuando solo vives como mera rutina y repetición de circuitos adquiridos.

La tarea de la cultura es programarnos y la del ser humano la de desprogramarse. Decir hola es abrir una puerta al asombro, es decir hola a la libertad. Soy libre para saludar a la realidad por la que quiero y elijo entrar en contacto.

Decir hola es abrirse a todo aquello que puede mejorar la calidad humana y el aprendizaje en nuestra vida.

Decir hola es decir que muchas cosas que me va a pasar en la vida no las puedo controlar, no puedo controlar que alguien llame al timbre de mi puerta pero si puedo hacer ,en el momento que decido si abro o no abro , si observo o no por la mirilla, si al abrir sonrío o no sonrío pues todo eso es mío me pertenece, soy yo. Hola también es una apertura a la realidad. Puedo no decir hola e inventarme un mundo. Decir hola es que algo o alguien va acontecer en mi vida, es aventurarme en el complejo mundo de las relaciones humanas, de las experiencias que dejaran huellas en mi ser existencial.

Negar un hola no es solo negar un saludo, sino negar la capacidad de conocer a otras personas y por ende de conocernos a nosotros mismos, de perdonarnos y perdonar al otro de entender mejor la realidad que en un primer momento se nos antojó hiriente e injusta.

Hola es una invitación a la convivencia, al pluralismo, a la relación profunda: Hay personas que siempre tienen la palabra hola en el corazón como expresión de la disponibilidad y la acogida. Si esta palabra va acompañada de un gesto de apertura de escucha hará que el puente tendido hacia el otro sea amablemente transitable.

Escuchar un hola puede despertar nuestras defensas y desatar nuestros miedos, pero si no nos encerramos en ella, nos bloqueamos por los miedos, la palabra hola, es una mano tendida, un contacto humano.


Fuente: Treinta Palabras Para la Madurez de José Antonio García


Reflexiones:

¿De que manera decimos hola?
¿Qué holas damos? ¿Holas cercanos y calurosos o holas lejanos, que son más un adiós que otra cosa?
¿Cómo se mide el valor de un saludo? ¿Sabemos realmente medir lo que implica para nosotros decir hola? ¿qué hay después de decir hola?

Muchas preguntas me hago respecto a este tema. Al escribir de una isla que no es la mía la palabra hola adquiere una especial relevancia. Continuamente me despido y saludo cuando salgo de mi isla e igualmente me ocurre en la que estoy trabando. Valoro mucho que una persona me diga, ya nos veremos cuando vuelvas y también valoro un adiós espero que te vaya bien, hasta otra. Etc.

En mi trabajo saludo a todas las personas que trabajan en el mismo, siempre dispuesto a escuchar otro hola, etc.
Si acaso lo que me cuesta más es decir hola a alguien que no conozco, o decir hola en un ambiente que no es el mío, pero creo que es normal.

Bueno, se podría decir más cosas, pero ya a estas horas mejor no mas. Y ¡hola a todos-as.!

domingo, 2 de mayo de 2010

El Espejo


Había una vez en Japón, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña. El hombre era un samurai, es decir, un caballero: no era rico y vivía del cultivo de un pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida y silenciosa que cuando se encontraba entre extraños, no deseaba otra cosa que pasar inadvertida.

Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo: el buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su casa.

A la niña le llevó de regalo una muñeca, y a la mujer un espejo de bronce plateado (en aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros). La mujer miró el espejo con gran maravilla: no los había visto nunca. Nadie jamás había llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente, preguntó al marido con ingenuo estupor:

— ¿Quién es esta mujer?

El marido se puso a reír:

— ¡Pero cómo! ¿No te das cuenta de que este es tu rostro?

Un poco avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa: que aparecía su propia imagen.

Por muchos años, lo tuvo siempre escondido. Era un regalo de amor; y los regalos de amor son sagrados.

Su salud era delicada; frágil como una flor. Por este motivo la esposa desmejoró pronto: cuando se sintió próxima al final, tomó el espejo y se lo dio a su hija, diciéndole:

— Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me verás.

Después expiró. Y desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el pequeño espejo. Ingenua como la madre, a la cual se parecía tanto, no dudó jamás que el rostro reflejado en la chapa reluciente no fuese el de su madre. Hablaba a la adorada imagen, convencida de ser escuchada.

Un día el padre la sorprende mientras murmuraba al espejo palabras de ternura.

— ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta.

— Miro a mamá. Fíjate: No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma: parece más joven y sonriente.

Conmovido y enternecido el padre, sin quitar a su hija la ilusión, le dijo:

— Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti.

Leyenda japonesa

Fuente: http://blogs.diariovasco.com/index.php/cuentameuncuento?cat=1472


Reflexión: Este cuento va dedicado a mi madre. Con los años me he dado cuenta del valor de su cercanía, su cariño y su amor. Y no sólo en lo que me ha dado, sino en lo que no me ha dado.
A un hijo es tan importante saber lo que hay que darle y lo que no y cuando hay que darle las cosas también.

Este año no he podido dedicarle una poesía como es mi uso y costumbre, le he dedicado mi tiempo y este cuento. Espero reflejar algo de su amor en mi vida, como la hija del cuento lo hace al padre. Por cierto, ya un día le dedicaré unas palabras a mi madre desde el blog.

¡PALABRAS!

“Palabras para cantar. Palabras para reír. Palabras para llorar. Palabras para vivir. Palabras para gritar. Palabras para morir”
J.A. Labordeta.