Dos famosos predicadores aparecieron el mismo día en un pueblo para pronunciar sus respectivos sermones, atrayendo cada uno de ellos una considerable audiencia.
Mientras que uno de ellos estaba tratando serios asuntos de índole teológica, las enseñanzas del otro se componían principalmente de cuentos y parábolas. Así, no pasó mucho tiempo hasta que toda la gente que se había congregado para escuchar al más erudito se pasara con la multitud reunida para escuchar los maravillosos cuentos del otro predicador.
Comprensiblemente, el erudito se quedó un tanto decepcionado cuando vio que se había quedado con nada más que unos cuantos oyentes. Cuando se quejó ante el otro de su fracaso, éste le dijo:
-Te voy a contar un cuento. En cierta ocasión, dos mercaderes llegaron a un pueblo para vender sus mercancías. Uno de ellos vendía piedras preciosas y el otro vendía bisutería barata. Al principio, la gente del pueblo se reunió alrededor del comerciante que traía las mercancías más caras. Como es natural, tenían curiosidad por ver de cerca las finas gemas. Pero, cuando llegó el momento de comprar y no sólo de mirar, acudieron en masa al mercader de la bisutería, y fue con él con quien se gastaron su dinero.
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